El bebé Judah nació nueve semanas antes de lo previsto, a principios de 2023. Su joven madre no estaba preparada para los numerosos diagnósticos médicos que recibiría, entre ellos encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI), restricción del crecimiento intrauterino (RCIU), microcefalia y un defecto del tabique cardíaco.
Judah necesitaba intervenciones médicas inmediatas y permanecería en la UCIN durante varios meses. Su madre habló con la trabajadora social del hospital sobre sus temores de no poder brindarle a Judah la atención continua que necesitaría durante toda su vida. El hospital la remitió a un trabajador social de Spence-Chapin, quien vino a verla de inmediato para brindarle asesoramiento y apoyo.
Cuando la madre de Judá se enteró de la Programa de Adopción con Necesidades EspecialesSabía que ésta sería la oportunidad que Judah necesitaba para recibir atención médica de por vida en una familia amorosa. Después de varias sesiones de asesoramiento, decidió seguir adelante con un plan de adopción, indicando las cualidades que para ella eran más importantes en una familia para su hijo. Spence-Chapin comenzó su búsqueda a nivel nacional de Judah, investigando trece familias durante dos meses.
La madre biológica de Judah revisó cuidadosamente los perfiles familiares y Una familia le llamó la atención de inmediato. Jennifer y David son una pareja que ya cuidaba a niños adoptados con necesidades especiales. Su hogar, diseñado cuidadosamente para satisfacer las necesidades particulares de sus hijos, brindó el entorno perfecto para la atención especializada de Judah.
La familia acudió al centro de rehabilitación infantil donde Spence-Chapin había trabajado para trasladar a Judah para que pudiera seguir recibiendo las intervenciones médicas que necesitaba, y lo trajeron a casa unas semanas después, en septiembre.
Desde que llegó a casa, Judah ha recibido más diagnósticos de su enfermedad, algo que su madre adoptiva atribuye a la atención atenta que solo se puede obtener al estar en un entorno familiar. No tarda en elogiar al hospital infantil donde Judah había recibido una atención de primera clase, aunque también señala que no fue hasta que estuvo en su casa, con toda la familia observándolo las 24 horas, que se hicieron evidentes ciertas dolencias que estaba experimentando, como espasmos musculares que le causaban dolor y problemas de visión que lo llevarían a un diagnóstico de ceguera legal. Su familia pudo abogar por él, llevándolo a varios especialistas hasta que tuvieron respuestas sobre cómo ayudarlo a sentirse mejor.
“No hay nada como estar en una familia”, comenta Jennifer, “y tener defensores específicos, tanto de padres como de familiares. Hemos aprendido que hay que defender a los demás”.
Ahora, Judah está mucho mejor y puede participar en las actividades familiares. Celebró su primer cumpleaños a lo grande y uno de sus hermanos mayores ha desarrollado un vínculo muy especial con él.
El viaje del bebé Judah no ha sido fácil, pero ya ha tocado muchas vidas y, gracias a las decisiones valientes y compasivas que tomó su familia, ahora puede recibir el cuidado y el amor de por vida que necesita y merece.
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